Hasta el 30 de abril sigue vigente la temporada vasca de sidra natural. Una singular liturgia gastronómica que debería prescribirse contra la timidez y el apocamiento vital. Su origen se remonta a las visitas que giraban dueños de bares y embotelladores para catar la cosecha del año. La cata se acompañaba con los alimentos de que disponía el caserío, los que hoy componen el típico menú de sidrería: tortilla de bacalao, bacalao frito con pimientos, chuletón, y queso con nueces (el membrillo, a veces).

Solo a turistas despistados se le ocurriría acudir a una sagardotegi (sidrería) sin compañía. Una localidad para imbuirse de este epítome de lo gregario es Astigarraga (Gipuzkoa). Zapiain (943 33 00 33, abre de lunes a viernes, de 20.00 a 23.30) mantiene la tradición de comer de pie en mesas corridas y servidas las viandas en fuentes colectivas. A la hora de beber se acude en grupo y vaso en ristre a la sala de kupelas (barricas). Un empleado retira entonces el txotx (espita) y mana el chorrito del que se van nutriendo sucesivamente la alineada clientela sin dejar que se desperdicie una sola gota. Mientras que en enero la sidra tiene mucha acidez, por estas fechas gana en dulzores. Al lado está el Museo de la Sidra Vasca (www.sagardoetxea.com; 4 euros; lunes cerrado).

Fuente: www.elviajero.elpais.com

Ver noticia completa: «Amor vasco a primera vista«.