Sagardoaren lurraldea

Astigarraga, sidra en las venas

Descripción

El nombre de Astigarraga podría traducirse como lugar de arces aunque a tenor de su pasado, su presente y el previsible futuro la palabra 'manzanar' tenga bastante más que ver con su existencia. En sus calles además de agua llueve sidra. El néctar de la fruta riega las gargantas de quienes, como peregrinos sedientos, acuden a su llamada.

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Ficha

  • Autor: Iratxe Lopez
  • Fuente: El Correo
  • Fecha: 2018-10-15
  • Clasificación: 6.7. Pueblos
  • Tipo documento: Prensa
  • Fondo: Sagardoetxea Fondoa
  • »
  • Código: NA-008135

Texto completo

Las sidrerías conviven con las casas. Los turistas con los vecinos. Allí es fácil escuchar una música especial y propia, la del deseado 'txotx' que precede a la cascada líquida de la sidra. Oler a bacalao. Endulzarse con membrillo y queso.

El municipio se asienta sobre un altozano a la orilla del río Urumea, protegido por las cimas del Txoritokieta y el Santiagomendi. Cuentan que en el siglo XV los antiguos moradores firmaron una escritura de concordia con los señores de Murgia para pagar 500 maravedíes anuales, y unas cuantas ventajas más, a cambio de la liberalización del paso por el puente de Ergobia y los caminos de su jurisdicción, además de la ayuda a los locales en caso de ataque. El puente, construido en piedra sobre el Urumea, continúa aún sobre la corriente. El palacio de Murgia atestigua asimismo la presencia de este clan de la mano de un edificio anejo a la parroquia de Santa María de la Asunción. Antigua casa-torre desmochada, sorprenden aún sus miradores de madera estilo gótico y la escalinata imperial en los jardines.

Pero aquello sucedió hace mucho. Demasiado. Después los años avanzaron y en 1941 Astigarraga pasó a ser un barrio de San Sebastián que no recuperó su independencia hasta 1984, tras un referéndum. El libre albedrío luce, hoy en día, representado en una Casa Consistorial erigida en el siglo XVIII, edificio sin complejos, como todos los de la época, digno de ver. Mucho más grande que el anterior Ayuntamiento, Plazaetxea, presente en el barrio de Santiagomendi, con escudo de armas enmarcado por borduras de veneras.

De paseo

Ambos duermen tranquilos bajo el amparo de la parroquia Santa María de la Asunción, edificada sobre lo que pudo haber sido una fortaleza en lo alto de Markesmendi. Sorprende su torre de 25 metros, donde se alojan las campanas. El gran pórtico de madera y la imagen de consistencia que le otorgan el baptisterio y la sacristía adosadas. El paseo por la zona es obligatorio, tanto como acercarse hasta la ermita de Santiago, en la cima homónima, conduciendo o a pie. Erigida probablemente en el siglo XIII, descansa en un agradable rincón del municipio donde se agradecen las preciosas vistas y el correr de la brisa marina inspirada por el cercano Cantábrico. Curioso resulta también ir hasta la casa Nobleza, en el barrio de Gurutzeta, en la Ribera, una de las primeras pobladoras de Gipuzkoa.

Pero a Astigarraga no se va solo a mirar, también se acude a comer y a beber. A disfrutar de la época de recogida de manzanas y de la obtención de su mosto gracias a actividades promovidas por Sagardoetxea, el Museo de la Sidra Vasca. Participar en 'Elabora tu mosto en familia' para conocer y practicar el proceso de esta genial bebida, además de probarla (13, 14, 20, 21, 27 y 28 de octubre; sábados 12.00 y 17.00 horas, domingos 12.00 h. Euskera y castellano. Adultos 4 euros, niños hasta 17 años gratis).

Se puede tomar parte también en la exposición y degustación de variedades de manzana para sidra, visitando el manzanal del museo que cuenta con 60 diferentes, probando in situ algunas como la Txalaka, Goikoetxe, Urtebi handi, Moko o Errezila (octubre y noviembre). Y, para grupos, vivir el taller de elaboración de mosto, que empieza con la recolección de la fruta gracias al kizki, el machacado con pisones, el prensado y la degustación del mosto final. Ni un segundo para aburrirse.