La sidra se pone de moda en Valencia
Descripción
La sidra es una bebida alcohólica de baja graduación que se elabora a partir de la fermentación del juego de manzana. Sin embargo, cabe matizar que no es lo mismo "sidra" a secas que "sidra natural".
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Ficha
- Autor: Sara Mascarell
- Fuente: Las Provincias
- Fecha: 2018-08-20
- Clasificación: 2.1. Sidra
- Tipo documento: Prensa
- Fondo: Sagardoetxea Fondoa »
- Código: NA-007923
Texto completo
Esta última es la que se fabrica en el norte y su diferencia principal radica en que el gas carbónico y los azúcares que contiene son de origen exclusivamente endógeno. Asturias y País Vasco son las regiones productoras por excelencia y, también, sus principales consumidoras. De hecho, en Asturias se producen más de 45 millones de litros al año, que traducido en cantidad supone el 80% del total de sidra que se fabrica en España. Además, el 70% se consume en la propia comunidad, según datos del portal web 'Haciendo sidra'.
Pero este producto va ganando posiciones y atravesando fronteras y busca convertirse en una opción capaz de rivalizar en otras zonas de España con el vino o la cerveza. Si el vermú consiguió conquistar nuevos públicos y costumbres por qué no iba a suceder lo mismo con la sidra. De momento su presencia en barras y terrazas cada vez es más frecuente.
A pesar de ser un producto de ámbito más bien local, su comercialización se extiende a lo largo de toda la península. Valencia es ejemplo de ciudad en la que el consumo de este espumoso está penetrando paulatinamente: «Cada vez vendemos más sidra porque no tiene gas. La sidra natural no hincha tanto como la cerveza y la graduación es menor que la del vino», comenta Matías López, hostelero de la Taska Sidrería. Roque Franco Vázquez, gerente de la Sidrería el Molinón, coincide con su compañero de profesión: «Llevamos 30 años trabajando en esta ciudad y aunque hemos tenido altibajos, el consumo de la sidra es alto para ser Valencia»
La razón de su éxito gradual radica en su carácter refrescante y natural- proviene de la fermentación del jugo de la manzana- y en su baja graduación alcohólica. «La sidra es un producto que gusta y gusta tanto en Asturias, como en Madrid, como en Valencia... La gente que la toma por primera vez es como quién toma cerveza: al principio sabe distinto, pero luego te engancha cada vez más. La sidra es un producto digno», expresa Tino Cortina, director de la DOP Sidra de Asturias y de la conocida marca Cortina.
Es más, los datos de 2017 avalan su crecimiento exponencial. Según el informe de resultados del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (D.O.P), la sidra cerró el año con un crecimiento del 14% respecto al anterior. Aprovechando el repunte en el consumo de dicho brebaje, los llagareros buscan abrir el mercado sidrero a un nuevo perfil de cliente. «Cuánto mayor sea el número de gente joven que la consuma, mayores opciones de beneficio. Estamos intentando mantener un producto tradicional, muy arraigado en Asturias, pero la verdad es que queremos que la gente joven se adhiera a este producto globalizado», explica Cortina.
Antonio Roa Vigil, gerente de Guerrilla Imports, única empresa española dedicada a importar sidra artesanal, resume este nuevo fenómeno de «rejuvenecer» la bebida: «Actualmente en Estados Unidos hay una revolución alrededor de la sidra como la hubo en su día con las cervezas IPA. Esta revolución está impulsando la creación de productos enfocados al joven consumidor con formatos y etiquetas mucho más sugerentes que la sidra natural asturiana y vasca».
Un claro ejemplo es 'Ladrón de Manzanas', una sidra industrial que la empresa Heineken ha lanzado como puente para introducirse en el mercado de las «cider» y cuyo marketing va dirigido por y para los jóvenes. Sin datos, de momento, que demuestren si está o no funcionando, hablamos con Llebeig Café -ubicado en Paseo de la Alameda 6- uno de los restaurantes que ha realizado 'afterworks' con este nuevo producto: «Al principio generó un pequeño boom entre los jóvenes. Hubo un pico de consumo cuando salió, pero se ha estabilizado. Aun así, se sigue pidiendo», explica Álex González, trabajador del local.
Sin embargo, no todo es coser y cantar en la industria sidrera y es que ese carácter natural y refrescante que tanta fama le está reportando es, a su vez, su lastre: «El ser un producto fresco, sin aditivos ni conservantes, complica que llegue en unas condiciones óptimas a otras comunidades», manifiesta Roa Vigil, y añade que el escanciado y vaso especial que hay que usar para beberla «también son condicionantes que dificultan su dispersión por el territorio nacional».
Si bien es verdad, que su consumo está en aumento y que Valencia es una de las zonas en las que la sidra está calando, como especifica el gerente de Guerrila Imports. «En la costa mediterránea hay un consumo mayor de sidras que en el resto de la península gracias al turista inglés. Creemos y esperamos que el consumo entre la población nacional vaya creciendo», argumenta.
Está por ver si la creciente moda de consumir sidra es un hecho aislado o si es un fenómeno que ha venido para quedarse. Los llagareros están trabajando para ampliar el perfil del consumidor sidrero y no quedarse estancados sólo en el cliente adulto. Sin embargo, la mejora del transporte ha de ser una máxima para que la sidra continúe expandiéndose y cale, no sólo en la gente joven sino en la población española en general. Quizá en unos años veamos como este espumoso se convierte en el sustituto del vermú de los domingos.