Sagardoaren lurraldea

Sidra hipster: la bebida más asturiana se reinventa. Noticias de Gastronomía

Descripción

La sidra es tradición, sí, pero también rabiosa modernidad: las hay afrutadas, para tomar con el aperitivo, en copa de vino sin escanciar, como postre y hasta para sustituir al champán. Tú eliges.

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Ficha

  • Autor: Beatriz Portinari
  • Fuente: El Confidencial
  • Fecha: 2016-10-14
  • Clasificación: 2.2. Productos
  • Tipo documento: Prensa
  • Fondo: Sagardoetxea Fondoa
  • »
  • Código: NA-006992

Texto completo

Todo el que tenga un amigo asturiano sabe lo que es una ‘espicha’: esa reunión gastrofestiva en torno a la sidra que se escancia en un vaso a un metro de distancia poniendo a prueba la fuerza de gravedad y la puntería. Culín de sidra arriba y abajo, para evitar salir bailando muñeiras más vale acompañar la espicha de escalopines de Cabrales o de una creación gastronómica asturiana que podría ser Patrimonio de la Humanidad: el cachopo (jamón serrano y queso entre dos filetes de ternera empanados). Curiosamente, existe una tradición parecida en el País Vasco, otro de los mayores productores de sidra de la cornisa cantábrica: el llamado ‘txotx’. Esta reunión en las 'sagardotegia' (sidrerías) consiste en catar la sidra natural que sale disparada de las 'kupelas' o barricas, y los maestros sidreros aciertan también de forma inexplicable en un vaso a la mayor distancia y lo más cerca del suelo posible. En este caso, la cata se acompaña de otro ritual gastronómico: tortilla de bacalao y chuletón a la vasca, contundente e imposible de repetir fuera de su región.

Aunque el turismo de la sidra todavía está dando sus primeros pasos, muchos lagares empiezan a abrir sus puertas para dar a conocer siglos de tradición en las pomaradas y los perales que después de varias décadas en desuso han vuelto a dar cosechas. La novedad es que en los últimos años los sidreros no se conforman con producir sidra natural, sino que se abre paso a la experimentación y nuevas propuestas de una sidra para 'hipsters' que poco a poco se está poniendo de moda: sidras afrutadas, sidra para tomar con el aperitivo, en copa de vino sin escanciar, sidra para sustituir el champán, como postre… Estados Unidos y Gran Bretaña han descubierto este filón y son los mayores importadores de nuestra sidra contemporánea. Aquí dejamos algunas pistas para saber por dónde se moverá el mundo sidrero en los próximos meses.

Saarte, crianza artesanal
La sidrería Urbitarte (Ataun, Guipúzcoa) se encuentra en el corazón del Goierri, en el Parque Natural de Aralar. Sus manzanas autóctonas son seleccionadas manualmente en el momento exacto de maduración para después pasar a las barricas en sus lías, donde permanece ocho meses y otros meses en botella: el resultado es una sidra que recuerda al sabor de la manzana asada, cosquilleante y agridulce. “Su elaboración es artesanal y muy difícil, así que se convierte en un producto 'gourmet' de solo cinco mil botellas que desaparecen muy rápido. Para marzo ya no nos queda. Pero merece la pena el esfuerzo: es una sidra de gran potencia, con una acidez perfecta para acompañar pescados”, explica Demetrio Urbitarte, maestro sidrero. En el asador Urbitarte se puede disfrutar todo el año de caldos marineros, pescados a la parrilla y carnes a la brasa. La peculiaridad de esta sidra natural vasca es que no necesita escanciado: se sirve en copa de vino y se deja oxigenar. “Nuestro objetivo es seguir probando con las manzanas, que ha sido nuestra especialidad durante años. Y aunque no experimentemos con otras frutas sí que estamos preparando un tipo de sidra dulce que podría salir al mercado en 2017”, describe el sidrero. Hasta entonces habrá que esperar.

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