Sagardoaren lurraldea

Benditas manzanas

Descripción

Sidrería / asador Akelene / Astigarraga / sidra / historia / manzana / gastronomía / menús

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Ficha

  • Autor: David de Jorge
  • Fuente: elcorreo.com
  • Fecha: 2013-09-11
  • Clasificación: 2.0. Sidrería
  • Tipo documento: Prensa
  • Fondo: Sagardoetxea fondoa
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  • Código: NA-004225

Texto completo

A los vascos nos ha gustado arrimar el morrete a la sidra desde tiempo inmemorial. El asunto viene de tiempos remotísimos con una tradición manzanera constatada y recogida en los primeros escritos que se conocen ya en el siglo XIII. En el medievo los manzanos y la sidra se consideraban riqueza colectiva y algunas disposiciones de la época condenaban a la pena capital a quien rompiera una kupela, al destierro a quien destrozara cinco manzanos y a una multa severísima a quien aguara la sidra, ¡chorraditas las justas! Desde sus orígenes y con más intensidad desde finales del XIX, las sidrerías se constituyeron como el auténtico centro de diversión y jolgorio de los baserritarras. Corría, y de qué manera, la sidra en jarras y se comían sobre todo sardinas, huevos cocidos y castañas porque la tortilla de bacalao, para su desgracia, es un invento mucho más reciente. Por lo que cuentan los que conocieron aquellos garitos de principios del siglo XX, la calidad del mosto era fetén, abundaban las variedades de manzana y ya se sabe que cuando hay buena leña se hace buen fuego, aunque la Guerra Civil, entre sus innumerables y nefastas consecuencias, hizo desaparecer aquella manzana. La historia de la sidra ha sufrido diversos vaivenes y es mucho más extensa y fructífera, pero toda esta perorata viene a cuento porque el restorán de hoy se encuentra en Astigarraga, en lo que fue la sidrería Gurutzeta, que estuvo más de un siglo elaborándola. Akelenea, que debe su nombre a la regata que pasa junto al asador, cogió así el testigo de la buena jalada y del ambiente arraigado y popular. Desde hace algo más de ocho años llevan las riendas del lugar Koldo Jauregi y su mujer Ana Maiza, con Coro en cocina e Ina en sala. Jugoso y sabroso Así que si aterrizan por este local, con una oferta de menús diarios que da gusto y una carta corta pero apañada, no se olviden de incluir alguna elaboración a la parrilla, una chuleta de primera, un buen solomillo a la brasa, o cualquiera de los pescados: cogote, cola de merluza, rape o rodaballo, jugosos y relucientes. Antes no renuncien al picoteo sabrosón: revuelto de hongos, alguna ensalada rica de langostinos, la mixta u otra que mezcla bacalao y hongos. Nunca faltan el jamón, los espárragos, los langostinos o las gambas a la plancha y unos fritos bien currados que son el abrebocas perfecto. Para los cuadriculados del sota, caballo y rey, disponen de un menú de sidrería con las especialidades clásicas de la zona. ¡Viva la manzana, que desde Adán y Eva no ha dado más que alegrías!