Sagardoaren lurraldea

"El curso del Urumea"

Descripción

Astigarraga / historia / río Urumea / descripción

astigarraga historia urumea

Ficha

  • Autor: Alfredo Laffitte
  • Fuente: Revista Euskal-Erria
  • Fecha: 1893-01-01
  • Clasificación: 6.7. Pueblos
  • Tipo documento: Revistas
  • Procedencia: Miel Joxe Astarbr
  • Fondo: Sagardoetxea fondoa
  • Signatura: K131-17
  • »
  • Código: NA-004005

Texto completo

440 E U S K A L - E R R I A . EL CURSO DEL URUMEA Habrá muchas personas en Guipúzcoa que han estado en Montevideo Y Buenos Aires, pero raras serán las que conozcan el nacimiento de este pintresco rio Urumea que todos los días vemos correr con dirección al mar. Los montes de Leiza y Ezcurra en Navarra forman su cuna y de entre aquellas enormes montañas cuajadas de manantiales surge al pié de las mismas el Urumea que, encajonado entre vertientes, comienza á dar sus primeros pasos hácia la civilización. Sigue su curso dominado por alturas todas cubiertas de arbolado que no han sufrido corte en muchísimos años y que el invierno, sin hoja y dada la redondez de estos montes, les dá el aspecto de grandes erizos. Por alguna de las heridas abiertas por la mano del hombre en el flanco de estas montañas, se extrae á raudales el rico miberal de plomo argentífero. En aquellos desiertos la madera y el plomo abundan extraordinariamente, y cuando existan otros medios de comunicación mejores que los actuales reducidos á simples veredas, todo aquel precioso material inundará nuestros mercados. Las instalaciones mineras de Hollin que así se llaman las del punto que nos ocupa, tienen medianos accesos é interin no se construya la carretera á Leiza desde Goizueta, el transporte de mineral ofrecerá sérias dificultades. Una línea telefónica pone en comunicación estas minas con la última de las villas citadas. El Urumea de ur mea, esto es, agua delgada y sutil, que á corta distancia de su origen presenta hermosísimos saltos de agua, posée en los comienzos de su carrera, tendidos de una orilla á la otra, varios puentes improvisados de caracter primiR E V I S T A B A S CONGADA . 441 tivo, para el paso de los leñadores, y que consisten en dos troncos de arbol, zurbia, por eufonía zubia, atravesados sobre el río, y para pasarlos hay que emular las glorias de Blondin. Hasta llegar á las minas, no se ve el primer puente construído con arreglo á los principios arquitectónicos, donde para el servicio de las mismas hay uno de madera. Recorre el rio una gran extensión en zig-zag, antes de llegar á la antigua y notable ferrería de Ibero que podemos considerar como la primera estación de la vía fluvial que recorremos. Allí existe un puente de piedra bastante bueno y un molino grande. La antiquísima ferrería de Ibero no conserva hoy más que las viviendas que probablemente habrán sido reconstruidas; á poco que se halle enterado el lector de asuntos retrospectivos de nuestro país tendrá noticia de lo que eran estas ferrerías de Guipúzcoa en lo antiguo, y la importancia sobre todo de las del Urumea, que fabricaban anclas, cadenas y otros herrajes para los navíos que se construían en San Sebastián y Pasajes. Con el hierro en sus entrañas y la madera en la superficie, estos montes constituían el gran depósito de material para la creación de flotas, que como la invencible de Oquendo, habian de dar tantos días de ventura á la patria. La mayor parte de las antiguas ferrerías no son en el día más que paredes en ruina, pero junto á su emplazamiento las caserías se han convertido en ventas á fin de especular con los arrieros y viandantes que pasan de Guipúzcoa á Nabarra. El rio entra en Goizueta y la divide en dos partes desiguales; mientras la de la derecha contiene casi todo el casco del pueblo, la otra no presenta más que unas cuantas casas diseminadas y el campo-santo. Un puente de piedra pone en comunicación los dos términos de esta villa de unos mil habitantes. Nada hay digno de mención en ella sino que á pesar de encontrarse enclavada en Nabarra, por su aspecto y costumbres es un pueblo puramente guipuzcoano. La iglesia, contrariamente á lo que sucede en las demás del país, tampoco ofrece cosa de particular, y aparte una hermosa casa solariega que dista un kilómetro del poblado y pertenece á la familia Vergara, lo demás está visto y dicho con lo que se ve y se dice de un pueblecillo cualquiera de nuestra provincia. 442 E U S K A L - E R R I A De Goizueta parte una carretera hasta Hernani en un trayecto de 18 kilómetros, algo estrecha y á trozos muy empinada hasta la raya de Guipúzcoa en Picoaga y ancha y cómoda desde este punto á la invicta villa. Es la única comunicación que aquel pueblo tiene con el mundo civilizado, porque hácia el interior de Nabarra no dispone más que de malos caminos vecinales. La diputación hermana abriga el proyecto de continuar la citada carretera á Leiza y enlazarla con Lecumberri, que prolonga la suya hasta Pamplona. Continúa el Urumea á la salida de Goizueta, dando vueltas y revueltas por aquel terreno quebrado y montañoso, formando al paso promontorios, penínsulas é islas. A ambos lados de los montes vése la humareda de los carboneros y se siente el ruido del hacha de los leñadores, y á una distancia aproximada de unos seis kilómetros desde la salida de la villa y después de una gran curva se pasa un bonito puente de madera y se llega á Arram- Bide, una venta junto á las derruidas paredes de una ferrería y en el punto donde viene á desaguar un afluente, que baja de las montañas de Articutza, en jurisdicción de Oyarzun. Desde Arrambide el rio sigue sus culebreos entre montículos afilados como pirámides y la carretera comienza á subir desde el nivel del Urumea hasta una altura considerable en el punto denominado la caseta, que es albergue del peón caminero que cuida aquel trozo, y de aquí arranca un camino vecinal que por su enorme pendiente le llaman la cuesta de la agonía y conduce en unos veinte minutos, con buenos pulmones, á Arano, pueblo de Nabarra, colgado, mejor que situado, en un picacho á guisa de nido de águilas. El panorama que desde este centro de montañas se divisa es soberbio. Urdaburu al norte cierra la vista del mar; á la derecha la cadena de los pirineos indica el lugar de la nación francesa; detras, al sur, Leiza y Ezcurra y á la izquierda los montes de Olloqui y Berastegui cubren á Tolosa. Volviendo á la carretera, después de haber pasado la caseta del guarda, y cuando aquella comienza á descender, nos encontramos en el sitio más peligrosísimo del camino, pues este es muy estrecho con continuas revueltas y sin defensa sobre el precipicio del rio que se pierde de vista en lo profundo. No es pruR E V I S T A BASCONGADA. 443 dente atravesar por este punto de noche y menos en carruaje. La carretera y el rio vuelven á alcanzar el mismo nivel y esta vez es para entrar juntos en Guipúzcoa, por Picoaga, donde hay una venta pulcra y decente. Sigue un hermoso puente de piedra muy bien entretenido, y tras de un par de kilómetros se llega á la fabrica de productos químicos de la extracción de la leña, de los Sres. Samaniego y Rocaverde. Otro kilómetro más y entrada en Ereñozu, que es un barrio en el que se levanta una ermita bajo la advocación de San Antonio y sus alturas están llenas de caserías. Un paso adelante y aparece Fagollaga, cuya importante y antiquísima fábrica de hierro que ha sufrido varias transformaciones, y explotado diferentes industrias, yace hoy en completo abandono. Se ve el viejo puente de piedra derruido que no conserva más que uno de sus estribos á semejanza de islote solitario y con un enorme arbusto que ha crecido en su centro, dándole el aspeto de flamear una bandera. Un lienzo de pared de la destruida fábrica de anclas, está convertido en habitación improvisada de gitanos y gente nómada que vive entre aquellas ruinas como en el mejor de los palacios. Andando algo más se vislumbra el bien cuidado caserío Epele- Echeverri, lugar muy ameno, á orillas del rio, en el que se pescan sabrosas truchas y aprisionan numerosos salmones, en estación propicia. Este es uno de los sitios favoritos de los donostiarras para celebrar sus giras de campo. El Urumea describe una gran curva y parece como querer romper los estrechos moldes que le vienen aprisionando desde su nacimiento y se expansía en la lindísima vega de Hernani, donde tambien se ensancha el horizonte, señalando el derrotero de la inmensidad, del mar. Atraviesa el rio un bonito y recien arreglado puente de piedra y hierro y se acerca á los piés de la colina donde se asienta la invicta villa, y de aquí todo derecho toma la dirección de la gran llanura de Astigarraga. Hernani es una población por demás conocidísima para que nos entretengamos en decir nada de ella. El Urumea sería de los rios más caudalosos si no tuviera sumideros ocultos, como lo prueba el que en las inmediaciones de Hernani no lleva mayor caudal de agua que en Goizueta, tres 444 EUSKAL- E R R I A . leguas antes, siendo así que en todo el recorrido entre estos dos puntos, se le reunen muchos arroyos y aguas de fuentes sin número. La misma ruta paralela llevan al ferro-carril del Norte la carretera y el rio hasta llegar á Ergobia, barrio de Astigarraga, siempre lleno de sacos de carbón y montones de leña, por el continuo pase de los carboneros que bajan del monte. El puente, también mixto de piedra y hierro, transporta la carretera al otro lado, dejando al ferro-carril y el rio que continúen en amigable compañía. Este va serpenteando por toda la inmensa rivera de Astigarraga á la ruta siempre de esta villa y bajo la protección de la memorable montaña de Santiago-mendi, cuya cima corona la ermita de este nombre, y no muy lejos se apercibe la silueta del reducto de Choritoquieta cubriendo el fuerte de San Marcos. Esta preciosa vega de Astigarraga está cuajada de todo género de medios de comunicación, tiene cuidadas huertas y hermosos campos de labranza y reune numerosos y excelentes caseríos, algunos de los cuales conservan de abolengo la primera marca en el país de la exquisita sagardua. Pasado el puente de piedra de Martutene, la colina de Ametzagaña cierre el paso al Urumea y le obliga á describir una línea curva, lamiendo los piés del monte, y atravesando por ante el convento del Refugio y el recodo que hace junto al túnel del ferro-carril en el que se reunen escalonados, el río, la carretera y la vía férrea, cruza por el pintoresco barrio de Loyola y se dirige al norte. Mas, vuelta las alturas á rechazarle la entrada en el mar, y vuelta el río á describir una gran herradura al pié de Moscotegui, Churco, y Alcolea, formando el afamado y poético valle. En el puente de Loyola la carretera cortando por lo sano, se despide de su compañero y emprende la cuesta hasta llegar al alto de Piñueta de donde desciende en un verbo á la población, y el Urumea conformándose con su suerte vuelve grupas al sur y desarrollando una semicircunferencia pasa bajo el puente metálico del ferro-carril y doblando la península de Mundaiz llega por fin á hacer su aparición en Amara, desde cuyo punto en línea recta se lanza hácia el mar. Majestuosamente avanza en un espacio holgado á terminar los dos kilómetros que le quedan de recorrido, dentro de la beR E V I S T A BASCONGADA. 445 llísima capital de Guipúzcoa, y al poco rato entra en el canal constituido por los muros levantados en ambas orillas. El de la derecha con el emplazamiento de la estación del ferro-carril y barrio de Gros y el de la izquierda con toda la ciudad extendida á lo largo del hermoso paseo del Urumea en sus tres secciones Amara, Zurriola y Salamanca en una longitud aproximada de dos mil metros. Delante de la estación una provisional pasarela pone en comunicación las dos orillas, y el río antes de confundirse en el mar verifica su última etapa pasando, como bajo un arco de triunfo, por entre los espaciosos arcos del monumental puente de Santa Catalina, mira con desdén á los pescadores de caña y corre sin descanso á la barra, á abrazar entre torbellinos de espuma al Cantábrico. Esta es, descrita muy á la ligera, la peregrinación del río Urumea por su cauce, desde su nacimiento hasta su muerte. El recorrido poco más, poco menos, es de unos cincuenta kilómetros, atraviesa por bajo más de diez y seis puentes, baña cuatro pueblos, presta fuerza á numerosas fábricas y molinos, fertiliza lindos valles y extensas praderas, dá asilo á excelentes truchas y mejores salmones, sirve de vía navegable á las distintas gabarras para el transporte de materiales, frutos y cosechas, de espejo á las poéticas casas de campo y en suma es un factor de gran utilidad para el país. No es posible que se haya borrado de la imaginación de los easonenses aquella sorprendente perspectiva que ofrecía este rio, iluminado en sus bordes y lanzando fuegos artificiales desde sus colinas, en la apacible noche de verano en que la Reina Regente efectuó su poética expedición. Era realmente una maravilla de las mil y una noches. El Urumea con su pequeñez relativa comparada con los grandes ríos españoles, es una de las vías fluviales más bonita, más práctica, y más pintoresca de la Península. ALFREDO DE LAFFITTE.