A punto de comenzar una nueva edición de su prestigioso festival de cine, La Perla del Cantábrico, en el País Vasco, propone un tour de Película y en 3D
Descripción
Turismo / Donostia / Zinemaldia / Festival de Cine / pintxos / fiestas
donostia fiesta pincho turismo gastronómico turismo
Ficha
- Autor: Daniel Flores
- Fuente: lanacion.com
- Fecha: 2011-09-11
- Clasificación: 4.2. Otras experiencias
- Tipo documento: Prensa
- Fondo: Sagardoetxea fondoa »
- Código: NA-003680
Texto completo
SAN SEBASTIAN.- A esta ciudad vasca, capital de Guipúzcoa, vale lapena llegar por tierra, desde la vecina provincia de Alava. Así se puedeapreciar el cambio de paisaje, de los viñedos alaveses a los bosques ymontañas guipuzcoanos. Hasta que aparece el mar y, ahí, La Perla delCantábrico, como se conoce a esta pequeña y coqueta ciudad. Apenasa 20 kilómetros de Francia, ahí comenzará este viernes la 59» ediciónde uno de los festivales de cine más relevantes en la agendainternacional, el único de categoría A en España.San Sebastián (Donostia, en euskera) no es la capital ni el centroeconómico del País Vasco (Vitoria/Gasteiz es lo primero, y Bilbao, losegundo). Pero no le faltan motivos de orgullo. Sobre todo, por suenvidiable ubicación con vista al mar. Y también por su incomparableelegancia y su identidad balnearia, más o menos en el estilo de Biarritz,Niza o Montreaux. "Aunque soy de Bilbao, siempre en pique con losdonostiarras, creo que San Sebastián es la ciudad más bonita deEspaña, por su ubicación, por las calles y por los palacetes que reflejanen sus vidrieras el oleaje del mar", reconoce el vasco José Félix CanoMontoya, ejecutivo en la Argentina de la agencia mayorista de turismoOla.A mediados del siglo XIX, los médicos de la corte le indicaron a la reinaIsabel II baños de mar para sus afecciones de la piel. La presencia detan destacada turista no tardó en poner de moda aquellas playas. Yhacia el siglo XX (ya con la reina regente María Cristina, que había fijadola residencia estival de la corte en el palacio de Miramar), San Sebastiánse transformaba en un balneario predilecto de la emergente burguesíaeuropea.Testimonio de aquellos años, la postal típica de Donostia es un frente deelegantes edificios belle époque, de cara a tres playas con sus ramblas,Concha, Ondarreta y Zurriola. Todo flanqueado por dos montes que soncomo fortificaciones vigilantes, Urgull e Igueldo, con espectacularmirador y parque de diversiones vintage. Y también por la isla SantaClara, casi a tiro de piedra desde la playa de la Concha, donde inclusoen invierno es habitual divisar algún valiente sobre una tabla, en traje deneoprene. Es que San Sebastián comparte con Mar del Plata algo másque su identidad de ciudad balnearia y de sede de festival de cinecategoría A: igual que su pariente argentina, Donostia es un apreciadodestino de surf aunque, en principio, el deporte extremo no haga muchojuego con el romántico casco antiguo y la intensa vida cultural,incluyendo también un buen festival de jazz en julio.El festival de cine, Zinemaldia, fue un recurso para recuperar algo delglamour perdido con la prohibición del juego y el cierre de los casinos.Hoy ocupa un lugar central en la vida de la ciudad, literalmente: su sedees el Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal, casi un punto de partidapara conocer todo lo demás, gracias a una estelar ubicación entre lacostanera y la desembocadura del río Urumea. Diseñado por elarquitecto navarro Raúl Moneo, el complejo consiste en dos sobriasestructuras a las que los locales llaman, con poder de síntesis, loscubos.La verdad que el diseño del Kursaal no podría contrastar más con laarquitectura afrancesada que lo rodea. Así que no sorprende saber quecuando se inauguró, en 1999, los donostiarras distaban mucho de estarimpresionados con semejante irrupción estética. Algo parecido a lo quehabía ocurrido dos años antes muy cerca, en Bilbao, con el exuberante(y bastante más costoso) Museo Guggenheim. Sin embargo, con eltiempo y tal como sucedió con el museo bilbaíno, el éxito del Kursaalterminó por legitimarlo y de a poco fue mirado con más y más simpatía.Paseo de las estrellasEl Kursaal se comunica con el otro lado del río por medio de otro íconodonostiarra, el puente de la Zurriola, quizá más conocido como puentedel Kursaal e iluminado por unas lámparas bastante particulares, derasgos casi futuristas, que parecen faros en miniatura. Pero son muchoslos puentes interesantes que cruzan el Urumea, cada uno con su estilo,como el Santa Catalina y el María Cristina.Un buen plan es sumarse a los tours San Sebastián De Cine,promovidos por la oficina de Turismo local. Por 14 euros (menores de 12años, gratis), la caminata de dos horas conduce por la llamada Ruta delas Estrellas, con paradas en el Kursaal, el hotel María Cristina, el TeatroVictoria Eugenia y el bar Oquendo.El tradicional María Cristina está a pasos del Kursaal y de la playa, y esel hotel donde se alojan muchos VIP del festival de cine. Inaugurado en1912, León Trotsky, Mata Hari, Coco Chanel, Audrey Hepburn, AlfredHitchcock, Steven Spielberg y Mick Jagger son apenas algunas firmasen su libro de huéspedes célebres.Actual miembro de la cadena Luxury Collection, el María Cristina serápronto cerrado por unos seis meses para una gran renovación demuebles, alfombras, empapelados y otros detalles de decoración que, sibien distinguidos, hoy ya no disimulan el paso del tiempo.Junto al noble cinco estrellas se encuentra otro edificio fundamental parael festival de cine: el Teatro Victoria Eugenia, inaugurado junto con elhotel como parte de un mismo plan urbano, a principios del siglo XX, dela Sociedad Anónima de Fomento de San Sebastián.Tal es la proximidad de los dos edificios históricos que, en días deZinemaldia, las estrellas pueden caminar por una única alfombra rojadesde el hotel María Cristina hasta las proyecciones en la deslumbrantesala del Victoria Eugenia, donde alguna vez Hitchcock estrenómundialmente Vértigo .El tour pasa también por Oquendo, el bar de las estrellas, estratégicovecino del hotel María Cristina, decorado con una buena cantidad defotos de actores y directores que pasaron por allí a tomar una copa ocomer un pintxo, acaso para celebrar la obtención de alguna Concha deOro o de Plata durante el Zinemaldia.GASTRONOMÍA: ESTRELLAS Y MIXTOSHay un dato que todo promotor de San Sebastián repite de memoriapara impresionar (y nunca falla): esta ciudad cuenta con el mayornúmero de estrellas Michelin por metro cuadrado en el mundo. Enningún otro lugar hay tantos restaurantes con el sello de calidad de laexigente guía gastronómica francesa.La tradición culinaria vasca, y en particular donostiarra, es uno de losgrandes atractivos de La Perla del Cantábrico, tanto en la versiónsupersofisticada, de laboratorio, como en las costumbres más cotidianase informales.Apellidos como Arzak, Aduriz, Berasategui y Subijana forman un dreamteam de cocineros-celebridades y una constelación Michelin notable,más aún si se considera que la población es de sólo 185.000 habitantes.El restaurante de Juan Mari Arzak (mentor de Ferran Adrià), en losúltimos años junto a su hija, tiene tres estrellas y es uno de los mayoresreferentes de la cocina de vanguardia y la investigación, con laboratoriopropio. También es, claro, uno de los restaurantes más caros, con suclásico menú degustación de once pasos muy cerca de los 150 euros.No se queda atrás Mugaritz, de Andoni Luis Aduriz, otro abonado a laslistas de las mejores cocinas del mundo.Lo más interesante de la escena culinaria donostiarra es que junto a lasofisticación de estos reconocidos chefs, ofrece también un gran menúde bares y fondas mucho más accesibles, pero de una culturagastronómica riquísima. Aquí los protagonistas casi excluyentes son lospintxos, o sea la versión vasca de las tapas, aunque en Euskadi nieguenque las dos cosas sean lo mismo.Los pintxos son pequeñas porciones (¡tapas!), originalmente fijadas conun palillo a un trozo de pan, ahora evolucionadas a formatos de lo másdiversos y elaborados.Ir de pintxos es un deporte local que consiste en recorrer bares,idealmente en grupos de amigos o cuadrillas, probando especialidadesen estas miniporciones acompañadas por vino txacoli (vasco, dulce,levemente burbujeante), sidra o un zurito de cerveza. Sin duda, undeporte de resistencia y los locales parecen bien entrenados; elencantador casco viejo donostiarra (San Telmo) sin duda alienta arecalar en un bar más, y en otro, y en otro...Para los que sientan que encontraron su lugar gastronómico en elmundo, San Sebastián Turismo implementó un programa de talleresexprés para aprender a hacer pintxos, por ejemplo, en el restauranteescuelaNi Neu, primer piso del Kursaal, sede del festival de cine. Enpoco más de un hora egresan de allí nuevos expertos en el arte depreparar una tortilla de bacalao deconstruida, un poco a lo Ferran Adrià,o la clásica gilda, combo de tres guindillas, una aceituna y una anchoaatravesadas por un palillo. Así de fácil, así de rico.Los imperdibles gastronómicos de la ciudad se completan con elMercado de La Bretxa, antigua feria llamada así por ser el sitio pordonde ingresaron las tropas inglesas en el asedio de 1813.QUE SUENEN LOS TAMBORESPara los amantes de la fiesta y el ruido, la fecha para visitar SanSebastián es, sin duda, el 20 de enero. Ese día se celebra en la capitalde Guipúzcoa la Tamborrada de San Sebastián, 24 horas de celebraciónen la que los tambores suenan por toda la ciudad.La juerga comienza con el primer minuto del 20 y termina con el primersegundo del 21 en la plaza de la Constitución. "La plaza se llena degente que rodea una plataforma donde hombres y mujeres de lasdistintas sociedades (como clubs gastronómicos de años y tradición)tocan sus tambores y barriles, comenzando siempre por la marcha deSan Sebastián después de escuchar la última campanada que repica las00.00. Es un instante muy emotivo para todos -explica la donostiarraLorena Zabala Juanikotena-. Esa noche es muy típico comer afuera,pero hay que reservar porque no cabe ni un alfiler en la ciudad. Ytambién está la opción de preparar una cena entre amigos y familia, verel comienzo por la tele cantando la marcha con tambores y más tardesalir a la calle o al balcón". Durante toda la noche las compañías cruzanla ciudad a buen ritmo.