Sagardoaren lurraldea

Funcionamiento del manzano

Descripción

Sagardun / publicaciones / boletín / sagasti / funcionamiento del manzano / respiración / fotosíntesis / transpiración / savia / raiz / actividades a realizar

publicaciones boletín sagardun manzanal

Ficha

  • Autor: Aitor Etxeandia
  • Fecha: 2011-03-01
  • Clasificación: 3.6. Publicaciones
  • Tipo documento: Revistas
  • Procedencia: K151-14
  • Fondo: Sagardoetxea fondoa
  • »
  • Código: NA-001738

Texto completo

Los árboles frutales están formados por dos partes diferenciadas: el sistema radicular que se encuentra bajo la tierra y la parte aérea, que es la parte visible y está compuesta por tronco, ramas, hojas y frutos. La unión de las dos partes se denomina cuello y se encuentra en la base del árbol. Para conducir el árbol, hay que entender los aspectos fisiológicos: - Respiración - Fotosíntesis -Transpiración La respiración es similar a la del mundo animal y se da tanto a nivel de raíces como de hojas. Se produce un consumo de oxígeno del aire y de azúcares provenientes de la savia elaborada. A su vez se expulsa CO2 a la atmósfera y se libera energía, imprescindible para el desarrollo de la planta. La fotosíntesis es un proceso específico del reino vegetal que se da a nivel de las hojas. En este proceso se produce un consumo de CO2 proveniente del aire, de agua proveniente de la savia bruta y de energía proveniente de la luz del sol y se expulsa oxígeno y agua. Además, se crean azúcares y aminoácidos imprescindibles para la alimentación de la planta. La transpiración es un proceso similar al del ser humano a nivel de las hojas. Se da un consumo de agua y energía provenientes de la savia bruta y de la luz solar y se expulsa agua, provocando un efecto de depresión en las hojas y un efecto de succión en las raíces. Gracias a la transpiración, la planta puede regular su temperatura y puede controlar la circulación de la savia. Durante el otoño, la planta comienza a entrar en un periodo de latencia en la que ponen en reserva azúcares, aminoácidos… Las hojas comienzan a caer y se produce la parada de la savia. Al final del invierno comienza la actividad de las raíces al comenzar a absorber agua y elementos minerales, debido a la demanda de agua provocada por las nuevas hojas. Éstas, al formarse comienzan a realizar la fotosíntesis, creando hidratos de carbono. Al respirar se queman estos hidratos de carbono. La temperatura aumenta poniéndose en marcha la transpiración. El agua se pierde por las hojas, siendo recuperada por las raíces, que comienzan a “bombear” savia. El aumentar o disminuir la superficie foliar en un árbol influye en la transpiración y con ello en el movimiento de la savia y en el vigor del árbol ya que la savia se desplaza hacia las zonas donde se realiza la transpiración, esto es, a las zonas donde haya hojas. Por ello hay que tener en cuenta que aumentar o disminuir la superficie foliar significa modificar la transpiración, y con ella la circulación de savia y por lo tanto el vigor del árbol. Practicando adecuadamente este principio, podemos favorecer distintas partes del árbol para corregir su formación. Además, hay que tener presente que los manzanos están constituidos por dos partes: el patrón o portainjerto y la variedad. Cada una con su vigor y características propias. La cantidad de savia que aportan las raíces provocará que unos árboles se desarrollen más que otros, alcanzando un porte mayor. Por tanto la elección del patrón es clave para conocer el posible vigor del árbol. Un patrón enanizante tipo EM9, al tener una raíz de pequeño desarrollo bombeará menos savia y por tanto será incapaz de generar la savia suficiente para tener el mismo porte que un manzano con patrón franco, cuyo sistema radicular es mucho mayor. La raíz funciona como un motor que bombea savia hacia arriba. La savia asciende con mucha presión provocando que las ramas aumenten su longitud y facilitando la creación de yemas de madera. Para que el árbol genere yemas de flor, uno de los factores más importantes es el control del vigor del árbol. Si el vigor es débil, la savia circulará con menos fuerza, favoreciendo la aparición de las yemas de flor. Por ello es aconsejable realizar las siguientes actuaciones: - Durante el desarrollo juvenil de los árboles, dejar el máximo de ramas con una sección débil para que el número de metros lineales que tenga que recorrer la savia sea mayor y de esta forma ralentizar su velocidad. - Realizar el arqueo de ramas, obligando a la savia a descender, perdiendo de esta forma presión. - Realizar pisos de ramas que estrangulen el eje del árbol. Al disminuir la sección del eje se ralentiza el flujo de la savia. En definitiva, el control del vigor mediante el debilitamiento del flujo de savia favorece la aparición de yemas de flor, aumentando significativamente la producción.