Zumo de manzana ezkiotarra del siglo XVI
Descripción
Un caserío en Gipuzkoa que produce sidra desde el siglo XVI. Igartubeiti se halla entre las montañas que rodean Ezkio-Itsaso y aunque mantiene el aspecto de cuando fue construido seis siglos atrás, su finalidad actual dista bastante de la de aquel entonces. Ya no se produce zumo de manzana, sino que se ha habilitado como caserío-museo para dar a conocer una historia que cuenta con cientos de años de longevidad.
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Ficha
- Autor: Maerìn Ruiz Egaña
- Fecha: 2024-08-22
- Clasificación: 6.5. Museos
- Tipo documento: Prensa
- Fondo: Sagardoetxea fondoa »
- Código: NA-017062
Texto completo
Un caserío en Gipuzkoa que produce sidra desde el siglo XVI. Igartubeiti se halla entre las montañas que rodean Ezkio-Itsaso y aunque mantiene el aspecto de cuando fue construido seis siglos atrás, su finalidad actual dista bastante de la de aquel entonces. Ya no se produce zumo de manzana, sino que se ha habilitado como caserío-museo para dar a conocer una historia que cuenta con cientos de años de longevidad.
El lugar tiene dos zonas. La más importante, el antiguo baserri donde ahora se realizan visitas guiadas, y debajo, la recepción y un pequeño museo en el cual se expone la historia del caserío. Esta segunda zona ha sido habilitada como complemento y refuerzo al nuevo objetivo de Igartubeiti.
La visita al caserío es la más solicitada, el mayor atractivo. Y no es para menos. Ya desde fuera se puede observar el nivel de conservación de la estructura. Una vez dentro, la tenue luz y el mantenimiento de las vigas de madera sumergen al visitante en el siglo XVI. El caserío, de dos pisos, conserva todas sus estancias en perfectas condiciones gracias a su remodelación en 1992. A simple vista, Igartubeiti parece un baserri como todos los demás, pero la cantidad y distribución de habitaciones refleja todo lo contrario. Es un caserío especial.
El caserío-museo recibe visitantes de Colombia, Italia, India, Estados Unidos y muchas comunidades de España
La mayor diferencia la encontramos encima de las cuadras. Tradicionalmente, los caseríos acostumbran a tener las habitaciones sobre el establo para templarlas aprovechando el calor que emanan los animales. Algo parecido a una calefacción natural. El caso de Igartubeiti es diferente. Al ser un caserío productor de sidra, los primeros habitantes del sitio reservaron el piso de arriba para la gran prensa de manzanas, destinando las habitaciones a un lado de la cuadra. Una cuadra que ahora se encuentra vacía, pero en sus inicios albergaba «vacas, ovejas, gallinas, burros y hasta bueyes», cuenta Irati Arroyo, una de las guías de la visita. Todo mientras en el piso de arriba se machacaban cientos de kilos de manzana.
El piso de abajo, completado por un alojamiento para invitados y varios lugares de trabajo, sienta las bases de la estructura del caserío con sus robustas vigas de madera. Sobre esta estructura reforzada con paredes de piedra reposa la joya de la corona de Igartubeiti: la prensa de producción de sidra. Este complejo engranaje compuesto en su totalidad por madera iniciaba el proceso de producción, extrayendo el jugo de las manzanas y transportándolo a través de una vía hasta el piso de abajo para que el zumo fuera almacenado.
El proceso se llevaba a cabo bajo un entresijo de vigas de madera de hasta 100 kilos, colocadas de manera que la fuerza generada se aprovechaba más eficientemente. La viga central empleada para dar movimiento a la prensa se accionaba desde el piso inferior y con ayuda de animales de carga debido a su elevado peso. Todas las herramientas son piezas únicas datadas del siglo XVI y XVII.
El final del recorrido guiado brinda la oportunidad de desarrollar una versión reducida de este proceso de producción con una demostración en el exterior del caserío. Tras extraer el jugo de manzana, los asistentes disfrutan de una degustación del producto obtenido junto con unas lascas de queso Idiazabal.
Visitantes internacionales
Las personas que deciden acercarse a Igartubeiti proceden de una amplia variedad de países. «Nos visitan desde Italia, Colombia, Estados Unidos, India y muchos lugares de España», enumera Arroyo. Para adaptar las visitas a todos los países, el caserío-museo incluye recorridos guiados tanto en inglés como en castellano.
Una de las últimas personas en visitar Igartubeiti es Von Whitby, procedente de Salt Lake City, capital del estado americano de Utah. «He venido con mi mujer, estamos de vacaciones en el País Vasco y hemos aprovechado para conocer el caserío», relata el estadounidense. «Siempre que viajamos al extranjero nos gusta aprender acerca de la cultura del lugar, y esta visita nos parecía una forma adecuada de introducirnos en la vasca».
Irati Arroyo, que cumple el tercer año trabajando como guía en el caserío-museo de Igartubeiti, ha vivido de primera mano este crecimiento de visitantes. «El año pasado tuvimos muchísimas visitas, venían turistas de todos los lados del mundo. Como era el año pospandemia, notamos una gran diferencia de afluencia de visitantes», explica la trabajadora del museo. «Después del incremento del verano pasado, queríamos mantener la línea en este y teníamos miedo de bajar un poco el pistón, pero no ha sido así. Este año también estamos recibiendo muchísimas visitas desde una gran cantidad de países del mundo».