Sagardoaren lurraldea

Ni la sidra se libraba de la 'sisa' fiscal

Descripción

El ayuntamiento gravó con un impuesto el consumo de sidra en 1862 al incrementarse su consumo y hacer mella en la tributación del vino

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Ficha

  • Autor: Kepa Oliden
  • Fuente: El Diario Vasco
  • Fecha: 2021-01-07
  • Clasificación: 2.1. Sidra
  • Tipo documento: Revistas
  • Fondo: Sagardoetxea fondoa
  • »
  • Código: NA-012329

Texto completo

Ni la humilde sidra, pariente 'pobre' entre las bebidas alcohólicas de consumo popular, se libró de la 'sisa' fiscal del ayuntamiento. En un municipio donde la construcción del edificio consistorial se costeó gravando el consumo de vino con un impuesto adicional durante casi 20 años (1756-1775), los tributos sobre el morapio y los licores han constituido históricamente una fuente de ingresos fundamental para el sostenimiento de las arcas municipales.

La sidra, sin embargo, mantuvo su exención fiscal hasta 1862. Quizá porque hasta entonces esta bebida era considerada poco menos que un 'refresco'. Pero cuando el progresivo incremento de su consumo empezó a hacer mella en el del vino, con la consiguiente amenaza de quebranto en la tesorería municipal, la preocupación cundió entre los responsables municipales de la época.

Como revela el escritor e investigador Josemari Velez de Mendizabal en su blog Hots Begi Danbolinak, en un acta fechada el 22 de octubre de 1861 consta que «habiendo observado el Sr. Presidente (alcalde) que el mucho consumo de la sidra (según se advierte el año pasado) e indica que vaya en aumento en lo sucesivo, puede perjudicar a los fondos municipales en los arbitrios que se exigen al vino común en esta villa, y en atención a que lo que se exige es necesario para nivelar los gastos con los ingresos según demuestran los presupuestos, opina que se exija desde el 1 de enero de 1862 ocho maravedíes de sisa a cada azumbre de sidra que se consuma en la misma».

Como explica Velez de Mendizabal, el alcalde que realizaba esta propuesta era José María Resusta, el gran patrón de la industria cerrajera, y sus compañeros de corporación eran ilustres y acaudalados prohombres locales como Ramón Mendía, José Joaquín Barrena, José María Azcoaga o Víctor Madinabeitia.

La propuesta fue obviamente bien recibida, y el 11 de noviembre de aquel año el ayuntamiento acordaba que «a toda sidra que se importe de otras villas a ésta se le exija diez maravedíes de sisa en cada azumbre, y a la fabricada en esta villa cuatro maravedíes, y para que este acuerdo se pueda llevar a efecto desde el primer día de enero próximo venidero»

Así se implantaba en Arrasate una nueva fiscalidad para la sidra, la denominada sisa, un tributo de origen medieval que se pagaba por razón de las cosas vendidas.

De esta manera, afirma Velez de Mendizabal, el 1 de enero de 1862 comenzó a aplicarse esta sisa por azumbre de sidra, medida de líquidos equivalente a unos dos litros. De modo que la sidra elaborada fuera de villa empezó a tributar 5 maravedíes –unos 0,50 euros– por litro y la sidra de elaboración, 2 maravedíes –unos 0,20 euros–.

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