Competencias y autocomplacencias
asturias producción euskal herria sidra
Ficha
- Autor: Jose A. Ordoñez
- Fuente: La Nueva España
- Fecha: 2010-11-29
- Clasificación: 2.1. Sidra
- Tipo documento: Prensa
- Fondo: Sagardoetxea fondoa »
- Código: NA-001108
Texto completo
El sector de la sidra asturiana está muy por encima del vasco. Produce cuatro veces más; tiene un mayor número de variedades, entre ellas la espumosa, y goza de una figura de protección de ámbito europeo, la denominación de origen, que los guipuzcoanos también quieren, pero que no conseguirán hasta dentro de varios años en el mejor de los casos. Además, los llagareros exportan veinte veces más y su sidra cuenta con una implantación social muy por encima de la «sagardoa», que no es ni de lejos tan visible en Euskadi como lo es la sidra en Asturias. Los datos son elocuentes. No hay rival, al menos en el corto plazo, aunque sería injusto no reconocer los méritos y cualidades de la milenaria «sagardoa» y de sus elaboradores. Ahora bien, esta superioridad no debe conducir en ningún caso a la autocomplacencia. Está claro que la sidra, un producto autóctono y natural de la máxima calidad, puede y debe dar mucho más de sí. El sector lagarero asturiano siempre albergó en su seno una cierta galbana y una especial reticencia a los cambios y avances. No hay más que recordar lo que costó hace una década convencer a algunos de nuestros más afamados elaboradores que la sidra «en pelota», sin etiquetar, no iría a ningún sitio en el siglo XXI. El ejemplar relevo generacional en los llagares ha traído un nuevo impulso empresarial que debe liderar la definitiva reactivación del sector. Cuando un crítico de «The New York Times» va a un restaurante de Manhattan y se encuentre con una selección de sidras del mundo tiene que probar, sí o sí, una marca asturiana. Lo contrario es un fracaso que da munición a la competencia, aunque sea más débil, y que no sólo se arregla a base de inversiones económicas.