Sagardoaren lurraldea

Artículo "¿HAY BASCONGADOS EN FILIPINAS?"

etnografía euskalduna filipinas sociedad historia cultura

Ficha

  • Autor: QUIOQUIAP.
  • Fecha: 1892
  • Clasificación: 6.1. Historia
  • Tipo documento: Documentos de la actualidad
  • Fondo: Sagardoetxea fondoa
  • »
  • Código: DO-000845

Texto completo

106 E U S K A L - E R R I A .
¿HAY BASCONGADOS EN FILIPINAS?
¿Pues no ha de haberlos? contestaba yo con viveza el otro dia á
un hijo de esa tierra que me hacia tal pregunta.
¿Cómo no extenderse hasta aquellas regiones espléndidas, la raza
que más quizás que otra alguna representa el movimiento de expansión
de nuestra patria?
¿Cómo no vivir y prosperar en Filipinas, el pueblo que más que
los demás de la nación, tan maravillosamente se presta á la adaptación
en las tierras nuevas del planeta?
¿Ni cómo los hijos de la Euskaria no seguir en su dispersión por el
globo entero la luminosa estrella de las naves del inmortal Elcano?
¿Cómo no tomar posesión los hermanos de Legazpi de aquel imperio
maravilloso creado para España por el genio del guipuzcoano sin igual?
¡Bascongados en Filipinas! En todos los órdenes, todas las categorias,
todos las actividades y por todos los rincones de aquella constelación
de islas.
El mar, sobre todo, aquel mar gigantesco dormido habitualmente
entre aquellas costas encantadas habla casi bascuence.
No pregunteis al distinguir desde cualquier camino en la isla más
remota una nave que avanza por la azulada llanura cómo se llama su
armador, cómo el capitán que la gobierna, cómo los pilotos y demás
oficiales.
Un bascongado solo tiene allí para la navegación interinsular toda
una escuadra de magníficos vapores y todo un ejército de compatriotas
al servicio de sus naves.
¿Y la tierra? ¿Aquellas mil y trescientas islas sembradas en trescientos
mil kilómetros de mar?
Recuerdo un dia en que iba yo perdido por el Sur de Luzón, caR
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ballero en ruin caballejo del país, sin mas compañía que un cuadrillero
indio y por camino laberinto oscuro de interminable selva.
Ya el cansancio postraba mi cuerpo y el pánico de aquellas augustas
soledades mi alma, cuando de repente al trasponer una colina un
claro, á un lado una casita de troncos, hojas de palma y en una ventana
baja..... una boina al sol.
¡Boina bendita signo de mi redención y término de mis fatigas,
angustias y tribulaciones! ¡Con qué júbilo te saludé y con qué decisión
eché el caballejo al trote!
¡Arratsaldeon! grité á la puerta.
¡Arratsaldeon! contestaron de dentro, y dos jóvenes de rostro ovalado,
cabello castaño y boina en la cabeza salieron á mi encuentro.
Otro dia viajaba en canoa antidiluviana por uno de aquellos mil
rios que las altas, enmarañadas y oscurísimas selvas sueltan de su seno
tenebroso para deslizarse hasta el mar por canales profundos, cubiertos
de bambúes gigantescos remedando túneles de verdura.
Y tras de largas horas de canoa lenta é indios bogadores, en un
recodo y otro claro una casita de tablas con tejado de zinc.—«Señor,
me dice entonces el indio piloto; casa de castilla Azcone». No necesité
más, tosí, me puse de pié y solté un Gernikako arbola que retumbó
en aquellas soledades.
Y otra vez el milagro de mi salvación. Cuatro bascongados y una
bascongada salieron precipitadamente, diciéndome en bascuence Dios
sabe cuántas cosas, que yo no entendia, porque nunca fui aventajado
en la lengua ininteligible é inaprendible; pero si no entendia aquel
coro de salutación, comprendía que era cariño, afecto, hospitalidad
y.... hasta sagardúa poco después, en grande y espumante copa.
¡Qué rica es la sagardúa después de un dia de canoa, bajo los rayos
de fuego de aquel sol horno de los trópicos!
Otro día pasaba en rural carricoche por medio de granada población
de chozas, casi, según la estadística, un San Sebastian oceánico,
cuando de dentro de un almacén de abacá, de recios muros de piedra,
escuché grande algazara y tal ó cual grito que á bascuence me sonaba.
Me apeé, entré y me encontré con una cuadrilla de pelotaris, disputándose
empeñado partido, entre aquellos Chiquitos, Mancos y
Tandileros.
Y fui incontinenti nombrado juez, y el premio de mis justicias fué
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una rica y abundante cazuela de bacalao á la bizcaina comido en común
con gran algazara y cordialidad.
¡Cariñoso y hospitalario Aramburu, cuántas horas placenteras pasé
en aquel palacio de tablas y techumbre de hierro galvanizado, con aquel
escuadrón bullicioso de docena y media de hijos!
¡Pobre Olaizola! Cuántas veces en nuestras largas conversaciones
paseamos juntos en pensamiento por las calles y paseos de tu tan
querida Iruchulo, hasta dias antes de tu sacrificio y muerte horrible á
manos de los salvajes de Mindoro.
Yo no os diré que vayais á Filipinas, hijos del noble solar; pero si
alguno os decidís á tan tremendo viaje, llevaos la boina y la cesta, el
bascuence y la sagardúa.
QUIOQUIAP.
Madrid 11 Julio 1892.
GIZONAK ETA AITZURRAK
Gaizki bizirik gizon
pobre bi erriyan,
zijoazela penaz
lotubak, mendiyan,
aitzur bi billaturik
lur zelai batean,
pensatu zuten bertan
jartzea lanean;
lurrari kendu zeien
beren biziera,
bertan bizimoduba
zezaten atera;
bañan sarri baitziran