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Artículo"CRÓQUIS BASCONGADOS. TIPOS DE NABARRA.—DESPUES DE LA FAENA"

Descripción

En la página 113 ofrecemos á nuestros lectores un cróquis de tipos de la montaña de Nabarra, debido á la pluma de nuestro amigo y paisano el jóven artista D. Agustin Zaragüeta, que despues de haber pasado tres años en Paris perfeccionándose en el arte de su predileccion, dedicado principalmente á la especialidad en cromos, se ha establecido recientemente en esta Ciudad, su pueblo natal, á fin de dar cumplimiento á varios trabajos, propios de su profesion, que le han sido encomendados. El autógrafo con que se ha servido favorecer hoy las páginas de la EUSKAL-ERRIA representa un cuadro de las montañas de Nabarra.

tamborilero etnografía historia cultura mensajero navarra

Ficha

  • Autor: José Manterola
  • Fecha: 1882
  • Clasificación: 6.1. Historia
  • Tipo documento: Documentos de la actualidad
  • Fondo: Sagardoetxea fondoa
  • »
  • Código: DO-000826

Texto completo

118 EUSKAL-ERRIA.
CRÓQUIS BASCONGADOS.
TIPOS DE NABARRA.—DESPUES DE LA FAENA.
En la página 113 ofrecemos á nuestros lectores un cróquis de tipos
de la montaña de Nabarra, debido á la pluma de nuestro amigo
y paisano el jóven artista D. Agustin Zaragüeta, que despues de haber
pasado tres años en Paris perfeccionándose en el arte de su predileccion,
dedicado principalmente á la especialidad en cromos, se
ha establecido recientemente en esta Ciudad, su pueblo natal, á fin
de dar cumplimiento á varios trabajos, propios de su profesion, que
le han sido encomendados.
El autógrafo con que se ha servido favorecer hoy las páginas de
la EUSKAL-ERRIA representa un cuadro de las montañas de Nabarra.
Despues de la faena, el maduro gizon, de téz ennegrecida más
que tostada por el sol, descansa de la ruda tarea del dia, sentado en
un declive del desigual terreno, teniendo á su lado á la mujer, su
compañera y ayuda aun en las penosas faenas de la labranza, que
ofrece al niño que tiene en su regazo el néctar de su pecho, y al lado
opuesto al imberbe mozalvete que prepara para el regreso al hogar
al pequeño caballo, salbaje ó poco ménos, originario de los montes
de Goizueta, que estira su largo cuello ansioso de saborear un poco
de yerba.
A los piés del muchacho aparecen las alforjas de las provisiones,
ornamento del humilde rocin, y poco mas léjos la laya y demás Útiles
de labranza.
En segundo término aparecen el sesudo borrico que busca descansadamente
su agreste pienso, y el caserío donde moran todos estos
séres, dichosos con su suerte, ganando su sustento á fuerza de
trabajo, y coronan, por último, el cuadro las altas montañas, formando
uno de tantos pintorescos panoramas como ofrece por do quiera
la Euskal-erria.
CAMINO DE RENTERÍA.—LAS RECADISTAS.
Pocos son los paises en donde las comunicaciones entre los di-
Allí donde no llega la arrogante locomotora con su blanco penaversos
pueblos sean tan frecuentes como en la tierra euskara.
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cho de humo, orgullosa de su fuerza impulsiva, numerosos coches y
vehículos de todas clases, desde la relativamente antigua diligencia
hasta la moderna cesta ó la aristocrática berlina, atraviesan diariamente
en todas direcciones la soberbia red de carreteras bascongadas,
motivo de justo orgullo y honrosa patente de la bondad de la
administracion peculiar de esta region de la península.
A la larga, aunque muy paulatinamente, el tiempo, como consecuencia
necesaria del incesante movimiento, lo cambia y modifica
todo; pero ni la magestuosa locomotora con su largo séquito de férreos
wagones, ni los coches de diversas formas y tamaños, han logrado
desterrar todavía de entre nosotros la pausada y pintoresca
galera, el pesado carro de bueyes, la ligera carretilla, ni aun el tradicional
y manso borrico de la recadista, cual si en esto, como en
todo, quisiera el pais basco ofrecer perfectamente hermanados la
tradicion con sus recuerdos y el progreso con sus simultáneas evoluciones
y adelantos.
Si, todavía vive entre nosotros la antigua recadista que, sin más
caudal que el necesario para la adquisicion de su humilde borriquito,
y unos cuartos para comenzar su tráfico, encuentra, á pesar de todas
las competencias que diariamente le suscita el progreso, su honrada
aunque pobre subsistencia, viviendo en dos pueblos á la vez y
en ninguno, en continuo movimiento, comiendo en un lado y durmiendo
en otro, sirviendo de intermediaria al humilde comerciante,
al que surte de la capital de los artículos más necesarios, y al modesto
tendero que no cuenta con capital para amontonar existencias,
de corre-ve-y dile á todo el que desee utilizar sus servicios, y de correo
ambulante y giro mútuo á todos sus parroquianos.
Aquí donde la mujer se cree en el deber de trabajar como el hombre
y de coadyuvar de una manera activa y directa al sostén de la
familia, ellas son las que se dedican con preferencia á esta clase de
vida, que tiene ciertamente bien poco de divertida, mostrando en el
desempeño de su industria, como principales cualidades, la economía,
la actividad, una honradéz á toda prueba y una buena dósis de
memoria.
El primitivo tipo de la antigua recadista vá, no obstante, trasformándose
poco á poco, empujado por el progreso de los tiempos, y al
pobre borriquillo de antaño comienza ya á suceder el carri-coche tirado
por un mal jamelgo ó por el caballito característico de los montes
de Oyárzun, Goizueta ú Oñate, que permite dar algun mayor aumento
á esta modestísima industria, y por eso hemos creido oportuno
perpetuarlo en las páginas de la EUSKAL-ERRIA.
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LOS TAMBORILEROS.
122 E U S K A L - E R R I A .
El dibujo que ofrecemos, pues, en la página 120 es fiel trasunto
de uno de esos grupos de recadistas que, á veces en familia se encuentran
en nuestras carreteras, y es obra de nuestro amigo y paisano
D. Vicente Ordozgoiti, en cuyo acreditado establecimiento litográfico
vienen estampándose las modestas ilustraciones de esta Revista.
LOS TAMBORILEROS.
Los tamborileros constituyen en el pais bascongado una verdadera
institucion. No hay un solo pueblo, por pequeño que sea, que
no cuente con uno siquiera de estos modestos artistas, regocijo del
vecindario y testigo indispensable de todas sus fiestas.
El lleva con la mayor escrupulosidad el santoral completo del calendario,
y obsequia á todos los vecinos pudientes con su alborada
en el dia de su titular ó de su cumpleaños; él es el precursor indispensable
de todos los acontecimientos solemnes; el héroe de cada
domingo y el protagonista de toda romería; el fac-totum de las bodas
y jolgorios de todo género; él asiste á las procesiones religiosas, en
las que ejecuta invariablemente la hermosa marcha de San Ignacio,
alternando con algun tradicional contrapás; él dirije, siempre con el
mayor regocijo, el clásico y majestuoso aurresku, gozando al ver los
apuros de alguno de los bailarines cuando le ocurre tocar el azeridantza;
interpreta con la mayor fruicion en su sencillo instrumento
el Guernicaco arbóla y otros aires antiguos, alcanzando en mas de
una ocasion los aplausos de sus oyentes, y es, en fin, el conservador
y propagador de nuestra música popular.
Raro es el pueblo del país bascongado, por insignificante que sea,
en cuyos presupuestos municipales no aparezca consignada la humilde
asignacion señalada á este modesto funcionario público.
La localidad mas pobre cuenta con un tamborilero, sostenido de
fondos municipales: la mayor parte de los pueblos mantienen dos á
sus expensas, y en algunos, los de mayor importancia, su número
asciende á tres, el tamborilero mayor, el segundo, y el tambor, este
último encargado á la vez de las funciones de pregonero.
El traje característico de estos modestos artistas consiste, por lo
general, en chaqueta negra y boina oscura, esta última sustituida habitualmente
en los dias de fiesta por el sombrero de copaalta, ó cuando
menos de media copa. En algunas localidades, como San Sebastian
y Tolosa, por ejemplo, los tamborileros visten todavía á la antiR
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gua usanza los dias de gala, con calzon corto, media blanca, zapato
bajo con hebilla de plata, chaleco encarnado ó azul oscuro con botonadura
de plata, frac de este último color, y tricornio.
El dibujo que ofrecernos en la página 121 debido á la pluma de
nuestro inteligente colaborador el jóven é ilustrado arquitecto don
Adolfo Morales de los Rios, representa tres tamborileros de pueblo,
que están copiados del natural en una de las localidades de Guipúzcoa,
debiendo señalarse por su naturalidad y por lo característico del
tipo los dos individuos que aparecen en ambos extremos de este bellísimo
grupo.
JOSÉ MANTEROLA.
APUNTES NECROLÓGICOS.
D. MANUEL HONRUBIA Y LARRAZ.—El dia á del corriente se celebraron
en la iglesia parroquial de San Vicente, de la que el finado
era coadjutor, las honras fúnebres por el eterno descanso del respetable
y virtuoso sacerdote con cuyo nombre encabezamos estas líneas.
A los funerales asistió una numerosísima concurrencia, deseosa
de rendir este último tributo al que en vida había conseguido alcanzar
las generales simpatías del vecindario por sus excelentes prendas
personales.
El señor Honrubia ha dejado un vacío difícil de llenar en el clero
de la parroquia de San Vicente, á la que estaba adscrito hace muchos
años, y por nuestra parte, asociándonos al sentimiento producido
por su pérdida, publicamos á continuacion los apuntes biográficos
que, á instancia nuestra, se ha servido facilitarnos uno de los amigos
de su intimidad:
«D. Manuel Honrubia y Larraz, hijo de D. Martin, natural de
Villagarcia, provincia de Cuenca, y de D.ª Josefa, natural de Pamplona
(Navarra), nació en San Sebastian de Guipúzcoa el 1.º de Enero
de 1810. A los pocos años de nacer D. Manuel, su padre; colocado
en un empleo del Castillo de esta Ciudad, (como de Administracion
militar), fué destinado con ascenso á la ciudadela de la capital de
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CRÓQUIS BASCONGADOS.
DE VUELTA DE LA FÉRIA....
El autógrafo que publicamos en la página 152, reproduccion hecha
por nuestro colaborador D. Vicente Ordozgoiti de un cuadro tomado
hace años del natural por un inteligente amateur de Tolosa,
representa un casero de Goyerri, parte alta de Guipúzcoa, que regresa
de la féria, satisfecho hácia el hogar, despues de haber vendido
la vaca que llevó al mercado con tal objeto.
El tipo es soberbio y verdaderamente clásico, su rostro revela la
satisfaccion de que se halla poseido, y el largo acullu (el aguijon)
que lleva bajo el brazo, y la cuerda arrollada en él, y que sirvió para
atar á la res á su marcha á la féria, indican claramente que ha
conseguido el objeto que le hizo concurrir al mercado.
Su traje es característico, y el usual aún en la mayor parte de
la provincia; boina, que sirve á la vez que de abrigo, de estuche para
la vieja pipa, la caja de fósforos y demás impedimenta, ancha
faja de lana, pantalon bastante corto de pana rayada, abarcas, chaleco
corto y ceñido, y chaqueta negra echada sobre los hombros.
Satisfecho de su venta, el buen casero regresa al hogar á pasos
agigantados, llevando sujetos en la faja bajo dos ó tres nudos los
eskutu-zarrak (escudos viejos) ó los onzako-urriak (onzas de oro)
que le ha producido la vaca cedida, fondos que van tan seguros en
la débil faja cual si se halláran depositados en fuerte arca de hierro,
aun cuando su dueño tenga que recorres leguas enteras solo y por
caminos y sendas apartadas, gracias á las morigeradas costumbres
y á la tranquilidad de que se disfruta en nuestro pais.
El tipo es verdaderamente notable y será indudablemente visto
con placer por los lectores de la EUSKAL-ERRIA.
EN LA SIDRERÍA.—LOS REZAGADOS.
El curioso cróquis, que ofrecemos en la pagina 153, debido á la
pluma de nuestro amigo D. Agustin Zaragüeta, describe un cuadro
de (malas) costumbres.
La escena representa el fondo de una sidreria (sagardotegia); las
enormes cubas cubren por completo uno de los costados del estableR
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cimiento, (cuando no cubren los dos, como sucede ordinariamente);
en el centro aparece una pobre mesa de pino, y descansando en ella,
en el extásis de la embriaguéz ó cercano á ella, se destaca un viejo,
que próximo ya á perder el equilibrio, la boina y la pipa sobre
la mesa, la jarra en una mano y el vaso en la otra, se dispone á
ejecutar la última libacion; y frente á él, sentado en rústico banco,
tendido sobre la mesa, un jóven rezagado hace pendant con el anciano,
durmiendo tranquilamente el dulce sueño de.... los ébrios
de sidra.
Junto á él ha rodado el vaso, inmediatamente despues del último
trapo que ha hecho rebasar la medida; poco mas léjos aparecen por
el suelo otro vaso y una jarra rota, síntoma del hastío, y en frente
el manso gato, guardian y huésped indispensable de toda sidreria, y
la modesta hornilla, colocada sobre ladrillos, y en cuyas brasas se
deja ver todavía el «besugo de las sidrerías», la sardina vieja de
Galicia.
La jarra va ya desapareciendo por completo, al ménos en las sidrerías
urbanas, y cediendo su puesto al vaso de cristal.
Lo que no se deja ver en el cuadro, y lo vé, no obstante, con los
ojos de la imaginacion, todo el que ha visitado un solo establecimiento
público de esta clase, es la doble hilera de bancos corridos
de pino á ambos lados de las paredes, la sidrera (sagardo-saltzallea)
sentada en rústica silla, al pié de la tina, colocada bajo la cuba
en ejercicio; los negros crisallus (candiles) que pretenden alumbrar
la estancia y mas bien convidan al sueño, y la espesa negra nube de
humo que constituye la atmósfera especial de nuestras sidrerías.
Todo esto no se vé, pero se adivina.
JOSÉ MANTEROLA.
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CRÓQUIS BASCONGADOS.
DE VUELTA DE LA FERIA....
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R E V I S T A BASCONGADA. 253
CROQUIS BASCONGADOS.
El tamboril casero.
El tipo que ofrecemos en la página inmediata está tomado del
natural por nuestro colaborador D. A. Morales de los Rios, en una
de las romerias tan frecuentes en Guipúzcoa, en las que nunca falta
el tradicional tamboril, por mas que en nuestros dias la filarmónica ó
manucordio, instrumento importado de los pueblos del Norte, va invadiendo
nuestro país, con harto pesar nuestro, y generalizándose en
tales proporciones que amenaza con derrocar en un plazo no largo al
primitivo y sencillo silbo y el tun tun característico de los bascos.
El tamborilero casero, que no goza de la consideracion que alcanzan
éstos modestos artistas cuando logran elevarse á la consideracion
de funcionarios públicos, concurre espontáneamente á las bodas del
barrio, las fiestas y las romerias de su pueblo y los inmediatos, y por
toda recompensa obtiene la parte que le corresponde en el festin ó el
exiguo tributo con que contribuyen, segun costumbre, aquellos á quienes
alegra con sus sencillos aires, dándoles ocasion para improvisar
en la primera pradera que á mano se ofrezca un salon popular de baile,
desideratum de nuestros robustos aldeanos y gloria de nuestras alegres
campesinas.
Irrintzi y preparacion de fiesta.
El croquis que aparece en la página 255 representa á un aldeano,
que con las provisiones sujetas á su larga makilla y la botella de sidra
ó vino en la mano, se dirige mas contento que unas Pascuas al
viejo caserío, lanzando en el camino prolongados y vibrantes irrintzis
que alegran las montañas euskaras, á celebrar en torno de la familia
y al dulce calor del hogar el gabon (la Noche buena) ú otra fiesta
análoga, despues de haber trabajado con ahinco á jornal durante una
ó varias quincenas en las minas de Somorrostro ó en la construccion
de alguna carretera ú otra obra análoga.
Su vuelta es esperada con júbilo en el hogar, y las provisiones
que lleva consigo, como fruto del ahorro, contribuyen á aumentar la
alegría y la animacion, y hacer mas espléndida la fiesta de familia.
M.
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Croquis bascongados.
El tamboril casero.
R E V I S T A BASCONGADA. 255
Croquis bascongados.
Irrintzi y preparacion de fiesta.